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Hoy me despertó
la nieve.
No es que haga ruido, sino que había una quietud total. Ni siquiera los pájaros se aventuran a romper la calma al amanecer. Es un paisaje silencioso e inmóvil.
Pero tiene una energía propia.
Por lo menos a mi la nieve siempre me entusiasma. Me fui a pasear y encontré una colina cercana transformadas en campo de tobogán. El descenso es de unos cien metros y se gana una velocidad considerable.
Ya me habría gustado lanzarme, pero la idea de luego volver cerro arriba para repetir, me pareció demasiado trabajosa. Eso y la edad.
Me dediqué a hacer fotos, que es menos sacrificado.
Les dejo imágenes de un domingo blanco y descansado.
Precioso e idílico paisaje amigo Fernando, me encanta la fotografía de mi querido y adorable Petirojo es enternecedora.
ReplyDeleteUn fuerte abrazo y buena semana blanca.
Disfrutas de unas muy buenas vistas. Enhorabuena. Un saludo Fernando.
ReplyDeleteMuchas gracias José Luis, un saludo.
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